viernes, 19 de septiembre de 2008

A.B.A. Y AUTISMO

El método A.B.A en autistas adolescentes
Claudio Hunter Watts



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Resumen
El autismo es un trastorno del desarrollo humano que dura toda la vida del individuo. De origen genético provoca un irregular desarrollo neurológico que se manifiesta antes de los 36 meses de edad. En cada edad, sus características son diferentes, al igual que la actitud familiar, social y de las representaciones populares. El quehacer científico y educativo ha encontrando en el Método A.B.A. la respuesta adecuada a los aprendizajes de las personas con éste trastorno y lo han enfocado principalmente en la educación infantil.

Describimos acá las enormes potencialidades del Método A.B.A. en los aprendizajes de adolescentes y adultos con autismo, no solo destinados a lograr que sus vidas sean más felices e independientes, sino significativamente más económicas para sus familiares y el Estado.



A. Prevalencia del Autismo.
Según de definiciones clásicas, el autismo tiene una prevalencia de 4 o 5 individuos cada 10.000 nacimientos, siempre refiriéndose al autismo kanneriano. Las nuevas definiciones y reclasificaciones del “Síndrome Autista”, la elevan a 15 a 20 individuos cada 10.000 nacimientos. La diferencia está radicada en que quizás, como asevera Janzen (s.f.) son muchos los profesionales que se refieren al autismo kanneriano al autismo sin otros problemas del desarrollo.

Según las nuevas definiciones, el autismo puede concurrir con otros trastornos, tales como el Síndrome de Down, la Esclerosis Tuberosa, la sordera, incapacidad visual, neurofibromatosis, fenilcetonuria, Síndrome de alcoholismo fetal y aun la parálisis cerebral.

B. Diagnóstico Precoz.
El diagnóstico precoz (o sea el que ocurre antes de los 24 / 36 meses) está ayudando para que las Intervenciones Tempranas actúen más adecuadamente.

Las señales que nos da un bebé con un Trastorno Generalizado del Desarrollo, son muy distintas a uno común, así se irán advirtiendo tales como gran pasividad o su contrario, excesivos llantos; adquisiciones muy tardías, pérdida de algunas ya adquiridas (blableo), no fijar la mirada ni aun durante el amamantamiento, falta de apego (moldeamiento con el cuerpo de quien los acurruca), y estos déficits se irán haciendo más notorios con el desarrollo, tales como tardía adquisición del control de esfínteres, tardanza y falta de equilibrio durante la marcha, no desarrollo del lenguaje o aparición – desaparición. Estas no son otra cosa que traducidos las menciones al rechazo físico directo o rechazos del contacto que refiriera Kanner en 1943.

Durante el proceso de diagnóstico, padres y niño se tendrán que ver con numerosos profesionales los cuales desde su especialidad (neurólogo, psicólogo, fonoaudiólogo) basándose en instrumentos científicos adecuados emitirán el mismo. Esto no exceptúa la constante presencia del pediatra el que controlará el estado del niño y es quien generalmente deriva al niño a especialistas. Powers (1989) considera que la mejor manera de evaluar a un niño con Trastornos Generales del Desarrollo es a través de un Equipo Interdisciplinario ya que las evaluaciones separadas demoran y aun confunden el diagnóstico.

C. Intervención Temprana.
La misma se basa en la aplicación directa de los principios del Método A.B.A. para lograr objetivos que acerquen al niño a la media esperable para su edad, teniendo en cuenta su nivel funcional actual y en las distintas áreas:

Autovalimiento & Independencia
Comunicación
Habilidades Sociales
Desarrollo Intelectual
De manera que:

Todas las personas que tengan un contacto sostenido con personas con trastornos del desarrollo deben aprender a ser profesores.
Descomposición de una tarea en tantas partes y establecimiento objetivos pequeños. Loovas, (1989)
Creación de equipos multidisciplinarios de trabajo debidamente capacitados en A.B.A.


La intervención temprana comienza por el trabajo con el niño en el domicilio, su ambiente natural, es ahí donde mejor se pueden observar su desarrollo. Cuanto antes es conveniente incluirlo en el jardín de infantes

Plebst, (2002) fundamenta la importancia del trabajo de intervención temprana: "Lo fundamental en los problemas de desarrollo es realizar una intervención temprana porque a veces un niño nace con una discapacidad primaria mínima y luego se va acentuando, debido a la brecha que se genera entre él y sus pares, que aprenden más rápido. Cuando nace, un niño está en igualdad de oportunidades, y es el ritmo de aprendizaje cognitivo el que le dará las herramientas para insertarse en la sociedad”.

La plasticidad neuronal del infante autista con la adecuada aplicación del Método A.B.A. puede lograr el mejor pronóstico. Existen en nuestro país excelentes profesionales e instituciones que están aplicando las intervenciones tempranas, las que ya están posibilitando el ingreso de niños con autismo al aula común con el apoyo de maestras integradoras. Las mismas se realizan previa al ingreso del niño en una escuela especial, quienes designan al profesional quien se encargará de la integración del niño a la escuela común.

Hoy en día, el autismo se puede detectar muy tempranamente, aun antes de los 18 meses de vida, lo cual, según Plebst (2002) da a lugar a nuevas posibilidades y que entre el 50 y el 75 % de los niños que tuvieran Intervención Temprana, desarrollaran algún tipo de comunicación.

La Academia Americana de Pediatría (2001) destaca como único tratamiento validado para niños con desórdenes autistas el Método A.B.A., con su correlato PECS (Picture Exchange Communication System) para la adquisición de comunicación en aquellos autistas no verbales, en tanto el Treatment and Education of Autistic and Communication Handicapped Children (TEACCH), aun basado en principios semejantes no se ha verificado con grupos control.

Aquellos con serios déficit cognitivos, o que de niños no han recibido los tratamientos A.B.A. adecuados de infantes, pueden ingresar para su mejor educación a Escuelas de Educación Especial o a Centros Educativos Terapéuticos que tengan equipos de trabajo entrenados en A.B.A., quienes trabajarán con el niño en la adquisición de los aprendizajes necesarios para lograr los mayores grados de independencia posibles con:

Staff suficiente que garantice el trabajo individual.
Programas Educativos Individualizados con objetivos mensurables.
Actividades Programadas.
Que incluya a las familias.
D. ¿Adolescentes y adultos autistas?
El autismo es, asegura Janzen (s.f.), un trastorno del desarrollo que dura toda la vida del individuo y es ésta, de igual longitud que la de una persona común. Pese a esto, son pocos los adolescentes y aun menos los adultos con diagnóstico de autismo.

D.1. Confusión y desorden
¿Quiere decir esto que antes no existían? La respuesta es negativa, hay autismo desde que existe la humanidad y hace que existan personas diferentes, pero semejantes a nosotros. La falta o el diagnóstico erróneo son común en un síndrome con una enunciación científica tan reciente en el mundo –hasta la década del 70 se los diagnosticaba como esquizofrénicos- y aun más recientemente aceptada en nuestro medio por la gran influencia que tuviera el oscurantismo psicoanalítico. Hoy, los diagnósticos deben basarse en los ejes del DSM – IV y el C.I.E. 10. El autismo es un diagnóstico que se ha hecho fundamentalmente en niños.

John Mortlock, (1991) se interroga autismo adolescente y adulto:
”¿ Era posible entonces ser un autista adulto? Desde el punto de vista histórico, empezaba como un trastorno de la infancia, pero a medida que el niño crecía había que ir creando servicios para adultos. Desde el punto de vista diagnóstico, si la conducta no se había presentado antes de los 36 meses de edad, no era un autismo. ¿ Era posible diagnosticar el autismo en un adulto de 33 años que había pasado en un hospital para trastornos mentales la mayor parte de su vida?”

De manera tal que por desconocimiento, errores y aun desidia, numerosos jóvenes y adultos tienen diagnósticos equivocados y esto equivale a que reciban tratamientos inadecuados o no tengan tratamiento alguno. Por tales motivos, aun hay que rediagnosticar supuestos esquizofrénicos, personas con retardo mental y muchos con el genérico “Trastorno Generalizado del Desarrollo no Especificado” ya que el rótulo de autismo implica en numerosas ocasiones diferentes formas de abordaje que posibilitarán una mejor calidad de vida tanto para el paciente como a su familia.

D.2. Intervenciones Educativas Validadas
Aquellos adolescentes y aun adultos con autismo y otros TGD tienen enormes posibilidades de incrementar su comunicación, tener logros académicos, aumentar su independencia y mejorar sus conductas mediante la escrupulosa aplicación del Método A.B.A. por parte de equipos profesionales convenientemente entrenados quienes podrán elaborar Documentos Educativos Individualizados (D.E.I.), teniendo en cuenta las conductas de los estudiantes, ya que por haber estado en establecimientos sin programas adecuados o con programas eclécticos, desarrollaron la supervivencia de sus síntomas en el denominado “aislamiento autista” y muchas veces sus conductas aberrantes, violentas o vergonzantes y sus estereotipias son ya “rasgos de personalidad”.

El reconocimiento del autismo como un Síndrome de origen genético a partir de la década del 70 no implica -como dicen los psicoanalistas- el rechazo a lo psicológico: por el contrario, se debe realizar, principalmente en los adolescentes y en sus familias, un trabajo terapéutico puntilloso tendiente a mejorar los lazos familiares, generalmente deteriorados como consecuencia de años de incertidumbre y culpabilidad, y hacer que la persona autista pueda lograr el reconocimiento de las emociones, los sentimientos en los otros y en consecuencia, en si mismo. Pese a todo, vemos como las familias conservan energía, esperanza y fuerza, pese a circunstancias tan crueles como la de haber sido injustamente acusadas de ser las responsables del autismo de sus hijos y pueden según Infante, (2001) superar esta adversidad.

D.3. Intervenciones farmacológicas inadecuadas
El trabajo terapéutico es muchas veces esencial, como lo es la elaboración del Programa de Modificación de Conductas, ya que muchas veces, las intervenciones anteriores se basaron en terapias medicamentosas, las que por lo general se aplican con el método de “acumulación-sumatoria”, esto significa que ante una conducta disruptiva se aplica una medicación, supuestamente tendiente a disminuir la misma o a eliminarla, esto funciona en un principio, pero luego, tanto por el acomodamiento del organismo como por el crecimiento del paciente, esta parece ser insuficiente, por lo que se le va aumentando la dosis, hasta que realmente ya no hace ningún efecto, ante lo cual, se le da otra medicación más, sin sacarle la anterior ¡la cual ya era inútil!. Esta nueva, sigue el mismo derrotero de la anterior, hasta que al paciente con autismo se le da otra y otra más, que aunque no tenga que ver con su patología, se sabe que “seda” . Asegura Diez Cuervo (1998) que está indicada la retirada de medicaciones cuando los síntomas desaparecen ya que está involucrada con la misma, el tratamiento conductual que recibe la persona. Es importante liberar a los adolescentes con autismo de esas cargas químicas inútiles y muchas veces perjudiciales, ya que es persona no es ella en si misma, sino un organismo saturado de drogas que hasta pueden ser antagónicas entre sí.

El proceso de desintoxicación no es fácil ya que –en estos casos- estamos frente a un “adicto”, pero es la única manera de observar a una persona con sus conductas reales para hacer las intervenciones indispensables como así también, medicar correctamente de ser necesario. Todo este trabajo no es fácil y no puede estar en manos de inexpertos, por lo cual se debe trabajar meticulosamente y con la familia acompañando cada paso. Los equipos actúan en cada caso encorsetados en la corriente teórica, tal como alerta Spanglet (2001) con el Plan “A”, pero siempre con uno “B” a disposición, listo para ser usado en los numerosos casos y emergencias que éstos jóvenes con conductas tan desafiantes nos tienen acostumbrados de manera de evitar se provoquen autolesiones o sean agresivos con sus pares o profesores.

D.4. Programas A.B.A. múltiples para adolescentes y adultos
Con la aplicación de los programas comunicativo, académico y prevocacional, dentro de las actividades programadas, se logra –y a veces muy rápidamente- romper el aislamiento en los autistas el que, como asevera Sigstad (2003) no es voluntario:

“Es más, los autistas tienen intencionalidad comunicativa. El problema surge luego de muchas experiencias de interacción fracasadas, no comprenden lo que sucede a su alrededor y porque su modo de comunicación no es comprendido”.

Un ambiente ordenado, con reglas claras, seguro y previsible

Los jóvenes y adultos con autismo y otros trastornos generales del desarrollo por lo general no son instruidos en materia sexual. Es cierto que el tema es considerado ”tabú” en cualquier sistema de enseñanza (Spanglet, 2001), pero lejos de evitar conductas sexuales agresivas, masturbatorias o exhibicionistas, solo se intenta reprimirlas. Hay métodos para la enseñanza de jóvenes y adultos con déficit cognitivo de temas íntimos sumamente efectivos.

Los ejes de los D.E.I. –documentos educativos individualizados- son semejantes que para los niños, no así los objetivos, adecuados a la edad y siendo realistas con las posibilidades. El acento se pondrá en los hábitos y en la independencia, la comunicación y el entrenamiento para el desarrollo de trabajos que le puedan proporcionar una salida laboral ya en un taller o en un empleo competitivo.

Las personas con autismo aprenden con el Método A.B.A. el desarrollo de numerosos trabajos, generalmente rechazados por otros por sus características de observación, repetición y aun perfectibilidad y cuidados obsesivos. Son excelentes clasificadores, metódicos y soportan por horas trabajos que normalmente rechazan otros. (SCAAC´s, 1997)

Comúnmente se espera que los autistas puedan vivir de adultos con sus padres, hermanos y en caso contrario puedan ser derivados a hogares, pero de acuerdo ala gravedad del caso, es muy probable que el derrotero de sus vidas continúe de internación en hospitales a Centros o en las que se puedan dar en otros lugares, tales como neuropsiquiátricos o la Colonia Montes de Oca. Tanto los Programas Laborales como los Residenciales para autistas en EEUU, contemplan formas distintas a las que estamos acostumbrados. Allá se tiene el concepto de que la persona adulta con autismo puede y debe trabajar como asimismo puede y debe vivir en forma independiente, siendo un miembro que contribuya a la sociedad (Holmes, 1989). Esto que puede sonar extraño a nosotros, no lo es tanto, si se piensa en todo lo que ellos pueden hacer, si es que tienen el apoyo adecuado.

E. Conclusiones
Las personas autistas pocas veces pueden sé totalmente emancipados como adultos, pero pueden vivir con importantes grados de independencia, solo necesitan un adecuado nivel de supervisión para hacer sus vidas, tanto laboral como residencialmente. (Kaplan y Moore, 1989) Empleos sencillos como diversos, como limpieza, arreglo de parques, ensobrado de impuestos y propagandas, reparto de folletos, controladores, tareas de planchado y arreglo de ropa, confección de artesanías, fabricación de elementos sencillos como bolsas de polietileno, cría de animales de granja, y tantos otros, son tareas que pueden desempeñar con notable dedicación. Si pensamos realmente en la integración, no podemos creer que aislándolos van a estar mejor, por el contrario, pequeñas residencias barriales, confortables con supervisión les permitirían vivir en el entorno natural donde se criaron, con “apoyos” que pueden variar en su intensidad y permanencia (AAMR, 1997) en forma mucho más económica para el Estado con la tranquilidad de para las familias de que sus hijos vivan en forma muy independiente, planificando sus salidas y excursiones a supermercados, shoppings, cines y tal vez, sus vacaciones. No esperemos sean iguales, en eso radica la diversidad, sus intereses son más simples, sus respuestas más directas, sus expresiones más sinceras. “Ellos son diferentes, tanto como Usted y como yo”.

Bibliografía:
1. American Academy of Pediatrics. Electronic article Reporte Técnico: El Papel del Pediatra en el Diagnóstico y Manejo del Trastorno del Espectro Autístico en el Niño. Pediatrics Vol. 107 No. 5 May 2001, p. e85. www.aap.org. Revisión última el 5 de Noviembre de 2003.

2. American Association of Mental Retardation (1997) Definición Clasificación y Sistemas de Apoyo. Ed. Alianza. Madrid.

3. CSAAC (1997). Almost Like You and Me. CC-M Production Inc. Silver Spring. Md.

4. Diez Cuervo, A. (1998) El Tratamiento Farmacológico del Autismo p. 347 a 357. El Tratamiento del Autismo. Riviere A. & Martos, J. Ed. Artegraf. Madrid.

5. Holmes, D (1985). The Years Ahead: Adults with Autism. Eden Press. N.Y.

6. Infante, F. (2001) La Resiliencia como Proceso p. 37 a 42. Compilación Melillo, A. & Suarez Ojeda, N. Resiliencia. Ed. Piadós. Bs.As.

7. Janzen, J. (s.f.) Understanding de Nature of Autism. Therapy Skill Builders. Texas.

8. Kaplan, J. & Moore, R. Jr.(1989). Handbook on Estate Planning for Families of Developmentally Disabled Persons in Maryland, the District of Columbia, and Virginia. 3° Ed. Baltimore.

9. Mortlock, J. (1991) Autismo, adolescencia y edad adulta. http://www.vnet.es/estu/autismo.htm Revisión última el 15 de Noviembre de 2003.

10. Plebst, C. (2002) Intervención temprana en problemas de desarrollo http://www.lavoz.com.ar/2002/1001/suplementos/salud/nota121115_1.htm Revisión última el 15 de Noviembre de 2003.

11. Powers. M (1989). Children With Autism. Woodbine House. Rockville, Md.

12. Sigstad, M. (2003) Comprendiéndonos. Ed. Fundación Germinar. S.M. Tucumán.

13. Spanglet, M. (2001) Adolescencia y Autismo. http://boards2.melodysoft.com/app?ID=Practica&msg=52 Revisión última el 15 de Noviembre de 2003.

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