lunes, 1 de septiembre de 2008

EDUCACION EN NIÑOS DOWN

Proyectos de trabajo con niños Down
ALGUNOS CONSEJOS:
Una parte esencial en la construcción de un proyecto de cualquier tipo es la estructura que lo mantiene, los pilares sobre los que se va formando el contenido de la obra.
Los propuestos básicos de los que partimos en nuestro proyecto son diez:

1) La inteligencia es algo que se crea
La inteligencia es la capacidad general de adaptación a situaciones nuevas mediante procedimientos cognitivos, según esta concepción podemos afirmar que la naturaleza de la conducta inteligente está encaminada hacia un objetivo: la adaptación a las demandas del entorno, por lo tanto, nuestra misión será preparar a los niños para que puedan desarrollar estrategias
cognitivas que les permitan desenvolverse en su medio.
Partimos de la base, no puede ser de otra manera, que tanto la herencia como el ambiente influyen en la persona, lo que aún no sabemos es qué porcentaje lo hacen uno y otro factor.
El papel de la herencia tiene una especial relevancia para el desarrollo evolutivo del niño pero no lo predestina para
vivir de una determinada manera. Aunque la carga genética fije ciertas condiciones estructurales, anatómicas, fisiológicas y bioquímicas, una persona puede desarrollarse de una forma más positiva si enriquecemos el ambiente.
Entendemos por ambiente todos los aspectos que rodean al niño, desde el momento de su concepción. Estudios realizados sobre este tema apuntan hacia la importancia que tiene en el desarrollo intelectual del niño el dotarle en su infancia de unas condiciones ricas en estimulación.
De forma simultánea a como la estimulación motriz refuerza las habilidades motoras, la estimulación cognitiva enriquece los procesos intelectuales.

2) La persona es un ser activo
Al definir a la persona como un ser activo, lo que afirmamos es que todo individuo crea, en cierto modo, las situaciones en las que se desarrolla su conducta.
Es erróneo pensar que nuestros genes tienen el guión total de nuestra vida. Esto parece más una labor de videncia que una afirmación basada científicamente.
La persona, sea Síndrome de Down o no, es un ser activo en la medida en que influye sobre sí mismo.
Ejemplos de esta afirmación los encontramos en nuestra vida constantemente.
Como muestra tenemos todos aquellos estudios que afirman que el fracaso escolar y la inteligencia se correlacionan en muy baja medida. Todos conocemos a personas que mediante su tesón y esfuerzo han conseguido alcanzar sus metas escolares o profesionales, y también conocemos casos de aquellos que, aún teniendo todas aquellas características que se consideran
necesarias, fracasan estrepitosamente.
El ser humano no es un ser pasivo que sólo necesita partir de unas condiciones idóneas para tener aseguradas las metas. Puede suplir ciertas carencias mediante la acción.
El papel que tiene el adulto relacionado con el niño será el de proporcionarle todos los medios necesarios para procurar
que esa acción sea posible.

3) Todos somos diferentes
La singularidad de los individuos constituye uno de los hechos más fundamentales y característicos de la vida (TYLER).
Cada uno de nosotros tiene sus puntos fuertes y débiles. La meta que cada persona tiene es superar sus desventajas. De forma objetiva vemos que todos tenemos ciertas limitaciones, el objetivo de la persona debe ser ir superándose a sí mismo.
Tampoco debemos olvidar que cada uno de nuestros niños también es diferente.
Aunque partamos de algunas características que comparten entre ellos, hay muchos aspectos en que difieren de los que se parecen; por lo tanto hay intervenciones que serán apropiadas para uno y no para otro.

4) Informar para integrar
Como entorno entendamos el resto del mundo que rodea al niño. Su familia, su barrio, su colegio, su ciudad, etc.
Quizá este punto sea el más complicado. Intervenir sobre el niño es la parte más placentera del trabajo. Intervenir sobre la sociedad será más complicado, pero es siempre necesario.
Propiciar un ambiente adecuado va a facilitar el desarrollo. La misión consiste en informar a la sociedad en su conjunto, pero también y sobre todo, a los colectivos que están en contacto directo con el niño, porque estos van a interactuar con estas personas y lo ideal es que la relación entre el niño y ellos esté basada en la normalidad y no en actitudes negativas (rechazo, lástima, etc.).
Un objetivo a cumplir sería la implicación de las personas de su entorno: familia, personal sanitario, profesores, etc.

5) Provocación de situaciones de aprendizaje
El aprendizaje mediado debe facilitar numerosas situaciones donde el niño pueda aplicar los conocimientos que ya posee y elaborar rutas alternativas para la solución de los problemas.
Estas situaciones deben ser programadas para que sean efectivas, procurando siempre que estén encaminadas a una meta, pero sin exigencias. Estamos tratando con niños muy pequeños.
En la primera infancia, el refuerzo ante la consecución de una tarea debe ser inmediato para que el niño pueda asociarlo con su conducta, Además debe experimentar logros de forma frecuente para conseguir elevar su motivación para la realización de las tareas. No podemos olvidar que las tareas deben tener un aspecto lúdico y reforzante para poder atraer la atención del niño.

6) Expectativas adecuadas
Todo padre tiene derecho a tener unas altas expectativas respecto a las metas que su hijo alcanzará en un futuro; además todo hijo tiene derecho a no alcanzar los objetivos soñados por su padre.
El objetivo es que el niño realice su desarrollo de forma positiva y progresiva, ayudándole para facilitarle el trabajo, pero no es conveniente intentar que vaya demasiado deprisa. Esto puede tener efectos negativos sobre el niño y sobre los padres.
Al niño no se le puede pedir que realice cosas para las que aún no está preparado, pues conseguiremos que fracase y desmotivarlo para seguir adelante.
Las expectativas deben plantearse en relación con submetas que debemos ir consiguiendo: andar, control de la orina, aprendizaje de conceptos, adquisición de la lectura, etc.
La meta última es la normalización del niño mediante el desarrollo de todas las capacidades que el niño posee en potencia.

7) Aprender de los errores
Al niño debe permitírsele la posibilidad de equivocarse, de que rehaga la tarea. Si no admitimos la posibilidad de fracasar en una tarea, seguramente no intentaremos realizarla.
Al igual que los adultos que aprenden de sus propios errores, nuestros niños aprenderán de sus equivocaciones. La superprotección es mala consejera a la hora de tratar de educar al niño en cualquier aspecto de su vida.
Es importante que el niño se equivoque ya que de esta manera aprenderá a analizar por qué lo ha hecho y poder mejorar su ejecución en el futuro.

8) Enriquecimiento mediante el aprendizaje mediado
El niño que cuenta con el apoyo personalizado de un adulto para realizar una determinada labor aprenderá más deprisa a ejecutarla con precisión.
La tarea de asesorar al niño para su aprendizaje requiere tesón y continuidad, además de una programación graduada e individualizada.
Consiste en ir dando pistas al niño para que pueda solucionar un problema y en ir retirando de forma sistemática y progresiva la facilitación de indicios con el fin de que el niño sea autosuficiente en la realización del trabajo.
Tampoco vamos a olvidar el efecto que tiene sobre el aprendizaje.
La interacción del niño con su grupo de iguales. Basándonos en la teoría de que
es mejor un modelo parecido a nosotros mismos para intentar emular la conducta que un modelo perfecto, creemos que determinadas tareas realizadas con un compañero pueden proporcionar importantes ventajas al niño en su
aprendizaje.

9) Los padres como la mayor fuente de influencia
La mayor fuente de influencia que tienen los niños, sobre todo en su primera infancia, es la actitud y el comportamiento de los padres hacia ellos. Por eso es muy importante toda aquella intervención dirigida hacia la información, orientación y apoyo parental.
Se estudia mucho sobre los aspectos físicos y actitudinales de los niños down, pero se olvida con mucha frecuencia los aspectos psicológicos.
La estabilidad emocional de una persona influye siempre sobre su hijo, sea cual sea la causa de ella.
Las diferentes actitudes ante el hijo van a condicionar de manera desigual el posterior desarrollo de éste. Es necesario prestar un apoyo emocional a los padres no solo durante la primera etapa, sino a lo largo de todo el proceso, cuando aparezcan las dudas, los desánimos y también las alegrías.

10) Evaluación continua del programa
No lo sabemos todo. Al igual que los niños, deberemos estar aprendiendo siempre, tanto de los conocimientos y avances que tengan otras asociaciones y podamos recoger, como de nuestros propios aciertos y errores.
La evaluación de los programas que apliquemos debe ser continua para tratar de optimizar los resultados.
Afortunadamente los medios de comunicación con que contamos en la actualidad nos permiten tener un contacto continuo con todas aquellas personas y entidades que trabajan sobre el tema del Síndrome de Down y esta ventaja no la podemos desaprovechar, ya que nos permite conseguir información sobre otros enfoques en la manera de actuar.
La evaluación nos servirá para reforzarnos cuando hayamos conseguido los objetivos propuestos y para mantenernos siempre alerta sobre cómo hay que seguir trabajando.

"No existe el síndrome de down. . .existen personas que tienen el síndrome de Down";
¡Esperando sus inquietudes, nos despedimos hasta pronto con las mismos deseos de aprender y crecer!!!


Enviado por:
Mariana Cánepa y Claudia Garello
Profesoras de nivel inicial
Capital Federal.

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